Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL


1215
Legislatura: 1887-1888 (Cortes de 1886 a 1890)
Sesión: 12 de enero de 1888
Cámara: Congreso de los diputados
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Romero Robledo
Número y páginas del Diario de Sesiones: 23, 542-543
Tema: Contestación al discurso de la Corona

Voy a decir muy pocas, porque realmente, después de la historia que ha contado el Sr. Romero Robledo con tantos detalles innecesarios y que yo no recordaba de momento, S.S. ha venido a confirmar mi aserto.

No se separó S.S. de mí particularmente. (El señor Romero Robledo: No, ni políticamente). Ni políticamente en todo menos en la cuestión de la dinastía (El señor Romero Robledo: ¿Si en eso no me separe?) en la que quedó completamente separado. Lo que hay es que S.S. hizo su declaración primera en el Senado después de la caída del Ministerio del Duque de la Torre; pero resultando siempre que S.S., desde el primer momento, apenas caímos del Poder, se hizo enemigo de la dinastía de Saboya y partidario de la de Borbón, abrigando la pretensión de que el partido todo siguiera a S.S. en sus evoluciones. Y por esto se quedó S.S. en el Círculo y por la misma causa fue llamado S.S. al Círculo por el Sr. Cánovas del Castillo. La cosa es clarísima por la misma relación que ha hecho S.S., y yo no debiera añadir más. Pero ya que ha sacado S.S. aquí una porción de cosas que no pertenecen al dominio público, porque fueron reservadas, ¿no recuerda el Sr. Romero Robledo que yo asistí a una conferencia que preparó S.S. mismo con el Sr. Cánovas del Castillo y el Sr. López de Ayala? Y ¿qué me propusieron SS. SS.? Que yo indujera a mi partido en bien de la Patria, llenos de patriotismo, como yo lo estaba también, a acogerse a la bandera de D. Alfonso de Borbón. Y ¿qué contesté yo? Que no podía ir por ese camino ni debía hacer que mi partido fuera por él.

De manera que desde el primer momento S.S. se encontró separado de mí en cuestión tan grave como ésta, no amistosamente; porque daba la casualidad de que S.S. y yo éramos objeto de persecuciones, sólo que S.S. atribuía la persecución suya a la Monarquía, mientras que yo lamentaba las injusticias de mis adversarios, que entonces me juzgaban de una manera muy apasionada y algunas veces, voy a decirlo claramente, hasta brutal; pero a pesar de esto, separaba la conducta de mis adversarios para conmigo y la de la Monarquía, que es lo que creo que debe hacer todo buen monárquico. Bien sabe el Sr. Romero Robledo que yo fui más perseguido que S.S.; pero S.S. decía que, siguiendo las cosas así, no había más remedio que apelar a la dinastía de D. Alfonso, mientras que yo sostuve que todavía era tiempo para salvar la Monarquía y la dinastía de D. Amadeo de Saboya y que se podían hacer grandes esfuerzos para lograrlo. Ésta es la historia.

Todavía hay más: las cosas se pusieron de tal [542] manera, que se creía, por cuestión de patriotismo, que era necesario que el partido liberal levantara la bandera de D. Alfonso, y para esto fui citado a una conferencia en el extranjero, estando en Biarritz, con el jefe ilustre del partido conservador, y ahí está él que puede referir lo que contesté cuando me decía que algunos amigos míos, como el Sr. Romero Robledo, el Sr. Ayala y otros, habían venido a ese camino: yo le contestaba a esto, que no podía ir por ese lado, que quería estar con mi partido, donde nuestros compromisos nos obligaban, y sobre todo, que no quería ir a la revolución. "Si ha de venir D. Alfonso algún día, decía yo, que venga porque le llame el país; pero yo no quiero ir, ni a la revolución, ni a los cuarteles".

Ésta es la diferencia: el Sr. Romero Robledo ha obrado con patriotismo y yo también; ¿quién ha acertado? Yo no lo sé; la resolución que S.S. adoptó, desde luego triunfó antes; pero quizá aquellas mismas resistencias que yo oponía y que mi lealtad y mi conciencia me obligaban a oponer, hayan contribuido a que las cosas vinieran de mejor manera que hubieran venido en otro caso.

Por lo demás, el entrar ahora en una historia retrospectiva, es muy difícil para mí, que no sabía que se iba a tratar esto; el Sr. Romero Robledo, que parece que lo traía todo preparado para contestar a las alusiones sobre política interior que le hizo el señor Santamaría, tiene por lo visto los recuerdos más frescos que yo, pero aún así, S.S. se deja en el tintero muchas cosas importantes, que yo no creo que debo decir aquí, por razones de prudencia que la Cámara juzgará, y porque además, me basta con lo que he dicho para que se comprenda bien por qué S.S. se separó de mí y por qué no continuamos juntos la primera política que habíamos empezado y defendido. [543]



VOLVER AL MENÚ PRINCIPAL